El libro "La educación de los que influyen" recorre las historias educativas de los argentinos más relevantes de la política, la economía, el periodismo, las empresas, el arte y la ciencia. E intenta demostrar si vale la pena formarse.
Beatriz Sarlo fue una pésima estudiante universitaria, Mauricio Macri estudió ingeniería por su padre y se aburría cuando él lo llevaba a la empresa, Mariano Grondona es el primer universitario de su familia, Maitena se llevó hasta dibujo en el colegio y nunca se recibió, Adolfo Prat Gay hizo un doctorado sólo para probarse a sí mismo, a Cris Morena la echaron de su colegio de toda la vida porque iba a las villas con el Padre Mujica y quería ser asistente social. El Jefe de Gabinete, Alberto Fernández; el presidente de Citybank, Juan Bruchou; el filosófo de las ciencias y matemático Gregorio Klimovsky, el obispo Justo Laguna; el CEO de Ternium (Grupo Techint), Daniel Novegil; Pacho O'Donnell, Alan Faena... CEO's anónimos, artistas consagrados, funcionarios oficiales y políticos de la oposición, periodistas de todo el arco ideológico, intelectuales, investigadores y empresarios top: ¿Cómo hizo esta gente hoy tan influyente, pero que alguna vez fue gente común, para llegar a donde está? ¿Cuánto pesó en ellos la educación que recibieron?
¿Vale la pena estudiar en la Argentina? Fue la pregunta final de la licenciada en Letras y periodista Luciana Vázquez, y a la vez punto de partida de su nuevo libro "La educación de los que influyen". El germen fue una preocupación personal: la autora empezó a preguntarse a qué jardín, a qué escuela y a qué universidad mandaría a su hijo, aunque el chico todavía no había nacido. Pensando en cómo había caído en desuso el modelo de movilidad social a través del título, en las dudas acerca de si la experiencia de los padres les sirven a los chicos y, sobre todo, en el cambio operado en la percepción de la gente según el cual la escuela pública ya no asegura excelencia académica, red de contactos y coincidencia de valores, el tiempo pasó volando y el hijo de Luciana entró al jardín de infantes.
"¿Por qué los padres estamos tan desesperados por elegir el jardín de infantes o la escuela primaria de nuestros hijos? ¿Por qué actuamos como si en esa decisión a tomar a los 3, 4, 5 ó 6 años, se nos jugara la vida de nuestros hijos y no hubiera marcha atrás?", empezó a cuestionarse Vázquez, según le cuenta a Clarín.com. La vorágine interrogativa necesitaba casos concretos. ¿El resultado? Entrevistas a 35 referentes actuales (solo 5 son mujeres) que recorren sus prehistorias educativas, tan diferentes como desconocidas, para intentar dilucidar cómo lo hicieron y qué tipo de educación planean para sus propios hijos.
Afo Verde, el músico de la Zimbawe que hoy es CEO de Sony-BMG Sur, se empeñó en pasar el durísimo examen de la ENET Henry Ford (la escuela de la Ford en la planta de Pacheco) porque quería ser corredor de Fórmula 1. Lo logró, pero enseguida supo que no era el lugar indicado. Sin embargo, siguió. "Todo lo que me pasó después en la vida empezó en la Henry Ford", dice casi 30 años después. "Ese colegio te producía una apertura de bocho total", valora. Allí también empezó a acercarse a la música, gracias a sus compañeros. Su red de contactos se completó en los primeros años de Arquitectura, donde conoció a muchos de los Cadillacs. Dejó la carrera, estudió guitarra con la Cantarock, formó la Zimbawe, se hizo productor y entró en BMG como director artístico pero sin saber hacer un business plan. Hizo un curso de una semana en Harvard, y algo de lo que quisieron enseñarle allí ya lo había escuchado en la "Saint Henry". En 2005 asumió como presidente de Sony-BMG Sur.
Mauricio Macri creció entre la exigencia del colegio católico privado de altísima gama Cardenal Newman y el aburrimiento que le provocaba que su padre lo llevara a la empresa. Estudió ingeniería por mandato paterno y no le iba muy bien, hasta que se casó a los 22 y decidió terminar rápido la carrera. "Su educación no pesa en su futuro: él corta con las educaciones, con la que le dio su padre como empresario, y con la que recibe en la universidad como ingeniero. Y lo que aprende lo aprende en Boca", analiza Luciana ante Clarín.com, y aclara que lo eligió como referente político más que como empresario.
Otro egresado del Cardenal Newman es Adolfo Prat Gay. Economista de la UCA (Medalla de Oro), llegó a presidente del Banco Central. Su historia es una de las jamás contadas. "A él le alcanzaba con lo que tenía para construir la felicidad: familia, un lindo empleo y una fortuna interesante...", señala Vázquez. Pero ella se encontró con que alguien que no planeaba ser un teórico se había metido en un doctorado de alta complejidad sólo como un desafío. Fue rechazado por Harvard y continuó en Pennsylvania. "Hay una confianza en el saber y algo de la autoestima que se le juega en ese título. Finalmente, cumple con la cursada pero no hace la tesis", cuenta la autora.
El gerente general de MSN (Microsoft), Axel Steinman, se recibió de ingeniero electrónico en la Universidad Tecnológica Nacional (UTN), cuyos egresados tienen perfiles muy técnicos. A los 29 entró como vendedor corporativo en Microsoft y 14 años después maneja desde Seattle los negocios online de la empresa para todos los países americanos, excepto Estados Unidos. No hizo másters ni lee libros de managment y se interesa, en cambio, por la literatura mística y metafísica. Vázquez explica: "El explota su veta de líder (había sido presidente del centro de estudiantes) y se convierte en un gran vendedor de Microsoft. Es un tipo con un convencimiento sobre sí mismo enorme".
Comparando los casos, la autora se encontró con algunas paradojas. Por ejemplo, que quienes confiaron en la educación, cumpliendo con cada nivel de instrucción, lo hicieron porque en el hogar se valoraba mucho eso, pero no porque el colegio se lo diera. "Hablemos más de qué pasa en nuestras casas antes de ver si el colegio es bilingüe o no. El nombre del colegio es una pseudorrespuesta: nos hace sentir que estamos aportando al destino de nuestros hijos y en realidad, estas historias muestran que no es así necesariamente. A veces es muy importante... Y a veces, no". La idea es que hay que recorrer el camino educativo sin pensar que eso será la llave de la felicidad. "El error es asignarle a la educación un retorno muy preciso, porque el retorno de la educación es la experiencia", finaliza la autora, y adelanta, aunque sin mucho detalle, que esta investigación sobre cuánto pesa en nuestras vidas la educación ya tiene otros dos libros en marcha.
Fuente: Clarin
